Como estudiante, en lo que la plenitud de la palabra implica, de la UAB, me encuentro en la famosa semana blanca. Semana, destinada a la preparación de los exámenes habitualmente llamados de la convocatoria de febrero, aunque este año para la mayoría de facultades, excluyendo a las que disfrutan de una prórroga debida a las pasadas ocupaciones contra el plan de Bolonia, se hayan adelantado unos días.
Sin duda se trata de una época de nerviosismo general, en la que el curso habitual de la vida estudiantil se paraliza dando paso a días de estudio, de reflexión acerca de temas imposibles de ser planteados en otras circunstancias, y cargados del estrés y a la vez de la liberación que supone compaginarlos con nuestros otros quehaceres. He de confesar que acostumbro a tener la sensación en estos días de que todo el planeta se ha detenido pendiente del periodo de evaluación en el que me encuentro, y es que incluso los grupos que se definen a ellos mismos como los más reivindicativos del panorama juvenil y estudiantil, acostumbran a enfundar sus espráis y rotuladores indelebles por estas fechas.
Pero lo cierto es que mientras jóvenes y no tan jóvenes tenemos la sensación de que todo se detiene al ser puestos a prueba para estar más cerca de alcanzar un sueño o bien de cumplir un requisito ineludible en la sociedad actual, el mundo ve como Israel retira a toda prisa sus tropas de Gaza antes de la llegada del que sea un posible Mesías, eso sí, esperando que no se cumpla el augurio de Chávez publicado hoy en el diario El País, en el que hacía referencia a (John F.)Kennedy, a Martin Luther King y Abraham Lincoln.
2 comentarios:
Suerte en los exámenes. Lo segundo no pasará porqué el tema está bastante controlado. Se abre una época de cambio que siempre es bueno. Siempre.
Un abrazo!
Yo también soy partidaria de no perder la esperanza ante cualquier atisbo de cambio en positivo.
Merci por tu comentario!
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